(Obrigada por cada instante,
por permitirme continuar ser o que sempre fui,
e manter viva a criança que albergo no meu ser.)
Toda la blancura de la pradera,
ese frío que emerge desde el suelo
Recorriendo mi piel,
El invierno abriendo espacios a la neblina
Que limita mi mirada al infinito horizonte
Como brisa torrente frío, el silencio se hace eco
el viento embala levemente las ramas desnudas
Regalando suave llovizna de nieve.
Así llega ese verdadero sentir del amor a mi vida nuevamente
Esa caricia errante que se da a manos llenas
Alzando las manos al cielo para sentir la libertad del infinito
Sintiendo en las tormentas el instante justo
Para reposar en tus brazos,
mirando la furia del rayo en el cielo oscuro
También se cubre de poesía las noches de tormenta.
Silencioso aroma que penetra en mi olfato, trayéndome el olor de tu piel
Que junto a la mía se mima en remanso
en esos instantes donde el olvido no es permitido
Pues el instante palpita en el sentir,
en el deseo de perpetuar eternos recuerdos,
imborrable añoranza.
Sentimiento que vuela ermitaño y en ausentes anuncios
Se hace presencia llenándonos la vida.
Cuando el amor es ausencia, creo que los abismos se abren
Realmente no es pensamiento que me haga temer ni temblar
Pues el amor esta presente en el interior, en cada fibra de mi ser.
La carencia apenas es ausencia de esa llama
que nos hace ser menos nosotros mismos
Para darnos por entero
Por ello se que no vivimos en un solo instante,
ni la vida se compone de un solo momento,
como mi poesía siempre presente, el amor palpitante
tú a mi lado para escribir una historia en medio de la blancura
en el frío que nos estremece, nos hace envolvernos en el calor de la piel
en el encuentro de la esencia misma del amar.