Cuando te siento en mi lecho
Durmiente, cuasi indefenso,
Adoro acurrucarme en tu dorso varonil
Mi mano sobre tu pecho jugando con tus vellos
Respirando de tu piel el olor a pasión
deseo contenido atrapado en el dormir
Mirarte silenciosa preservando los segundos
Tratando de mantenerte los sueños de mi presencia
Mientras con mi dedo voy rozando la comisura de tus labios
Que luego con mi lengua entreabro
Tus dedos cual pinceles en la noche
Dibujaste mis contornos haciéndome gemir
Esas siluetas que voy tejiendo con mis dedos
Que levemente te ajan la piel
Cuando me siento así reposada
Es tu presencia la que me hace temblar
Sacudiendo mis entrañas
Trepando sobre la brasa ardiente de mis sentidos
Y descendiendo en la madre tierra donde
corre manado el magma de mis brotes
tomo de ti gota a gota el sudor de tu entrega.
Despertando en tus deseos los sueños por ti creados
Revolviéndonos en el epicentro de nuestros cuerpos
Perpetuando el deseo en el roce de una caricia que se repite incesante
Entrega incansable alimentada por el sentir, vivida en el silencio
Enardecida en cada gemido que brota de nuestra piel desleída
Durmiente, cuasi indefenso,
Adoro acurrucarme en tu dorso varonil
Mi mano sobre tu pecho jugando con tus vellos
Respirando de tu piel el olor a pasión
deseo contenido atrapado en el dormir
Mirarte silenciosa preservando los segundos
Tratando de mantenerte los sueños de mi presencia
Mientras con mi dedo voy rozando la comisura de tus labios
Que luego con mi lengua entreabro
Tus dedos cual pinceles en la noche
Dibujaste mis contornos haciéndome gemir
Esas siluetas que voy tejiendo con mis dedos
Que levemente te ajan la piel
Cuando me siento así reposada
Es tu presencia la que me hace temblar
Sacudiendo mis entrañas
Trepando sobre la brasa ardiente de mis sentidos
Y descendiendo en la madre tierra donde
corre manado el magma de mis brotes
tomo de ti gota a gota el sudor de tu entrega.
Despertando en tus deseos los sueños por ti creados
Revolviéndonos en el epicentro de nuestros cuerpos
Perpetuando el deseo en el roce de una caricia que se repite incesante
Entrega incansable alimentada por el sentir, vivida en el silencio
Enardecida en cada gemido que brota de nuestra piel desleída