Dejé mi vida al pie de los sueños de plata
En esa noche encendí las farolas para que alumbraran las estrellas
Y ahora la honda herida que otrora cerrada permanecía
Haz vuelto a entreabrir aflorando los recuerdos
Los sueños inconclusos de una historia sin concluir
Angustias que despiertan y dan vida a una dolorosa huella.
Siento el aire recorrerme la piel, con el aroma marino
Que a tu lado un día recorrí, oigo la melodía del mar
Y el graznar de las gaviotas como sonido de campanas.
Despertándome con decoro cual voces aldeanas
Arrecio el soplar del viento en la noche
Rayando la rama desnuda el cristal de la ventana
Despertando mil fantasmas despiertos en noches de soledades.
Fuiste dueño de la charola de cristal que llevaba insertadas
Las remanencias de un pasado limpio como lana
Siento los gritos retumbarme en los oídos y de mis ojos,
Brotan gotas de rocío ante la desidia del olvido
Noche venturosa envuélveme de tu color, cúbreme para que
Sus palabras pasen como el viento por las sombras del arenal
Noche maliciosa que confundes la sangre con tu enigma
No te ensañes contra mi lucero de la noche.
Por las tormentas que haz contemplado y vivido.
Tengo mis manos extendidas, para abrazarte sin medida
Un alma cristalina que no conoce de resquemores ni venganzas
Una voz que murmulla pues su corazón no ha perdido la capacidad de escucha.
No viertas en las aguas de este manantial el negro ocre de la maldad,